Artículo publicado en El Comidista de el País el 11 de Mayo de 2021
En pleno confinamiento, Ana Marcos y Elena Fernández idearon montar una empresa que elaborara bizcochos, galletas o tortas con el alimento que más se desperdicia: el pan. Su obrador es un templo de la repostería circular.
Extracto del Artículo:
Más que los huevos pasados de fecha, los plátanos pochos, las manzanas picadas o la última loncha de jamón de york, el pan es el alimento que más tiramos a la basura. Casi la mitad de los hogares españoles se deshacen de él, lo desmiembran en cuscurros inservibles, cortezas mordisqueadas o medias barras huecas a las que alguien extirpó la miga como un corazón caliente. 52,6 millones de kilos de pan acabaron en los contenedores en 2019, sin contar con el desperdicio en las panaderías: las decenas de barras rubísimas e impolutas que se quedan sin vender –un 22% de la producción total-, y que a pesar de seguir siendo válidas para el consumo y tener sus propiedades nutritivas intactas son enviadas al vertedero.
En esto andaban pensando las asturianas Ana Marcos y Elena Fernández allá por marzo de 2020, en los primeros compases del confinamiento. Mientras a algunos les daba por hacer pan casero, ellas se acordaron de aquel otro pan, duro y reseco, que nadie quería. “En una panadería siempre hay pan que se tira. Hay algunas que lo aprovechan para hacer rebanadas de pan tostado o pan rallado. También en el ámbito rural el pan que sobra se vende a los ganaderos para dar de comer a los animales, pero aun así sigue tirándose mucho pan”, explica Elena Fernández. Ese convencimiento llevó a estas dos mujeres a montar Panduru, una empresa de repostería dedicada a recuperar pan viejo y aprovecharlo para hacer dulces